Lola Flores, 100 años de un icono irrepetible

"Nunca habrá otra Lola Flores". La Niña de Fuego, Lola de España, La Faraona. Llámenla como quieran. María Dolores Flores Ruiz fue, sin duda, una artista épica, insuperable e irrepetible. Cantante legendaria de copla, personaje indómito, en su día fue la mayor embajadora de España en el mundo.

Vio la luz un 21 de enero de 1923 en el 45 de la calle Sol, en el barrio de San Miguel de Jerez de la Frontera. Hace justo un siglo. Este sábado 21 de enero Jerez será una fiesta. Su ciudad conmemora los 100 años de un icono con un acto abierto al que han bautizado Jerez le canta y le baila a Lola. Además, e primavera se inaugurará el Centro Cultural Lola Flores, un museo que albergará una colección supervisada por sus hijas que expondrá "la esencia y el alma" de La Faraona.

Lola Flores en 1925, con dos años.

Lola Flores en 1925, con dos años.

Hija de una costurera gitana y de un tabernero, la pequeña Lola dio sus primeros pasos de baile subida en las mesas del bar familiar. Entonces se hacía llamar Imperio de Jerez. El duende del flamenco pronto se apoderó de su alma, el local se le quedó pequeño y, a los 15 años, recorría la provincia de Cádiz con una compañía de variedades. Lorca dijo que "el duende no está en la garganta, que el duende sube por dentro desde la planta de los pies. No es cuestión de facultad, sino de verdadero estilo vivo, de sangre, de cultura, de creación en acto". Imperio de Jerez era todo duende.

En 1940, las 1.200 pesetas que cobró por su primera película, Martingala, convencieron a la familia Flores Ruiz para trasladarse al inhóspito Madrid de la posguerra. Fueron años muy duros, tanto que llegó a vestirse de luto y, acompañada por su madre, pidió de puerta en puerta en los pisos de la zona bien de la capital.

La fama de Lola Flores nació con El lerele, un tema que estrenó en el teatro Penalba de la Gran Vía madrileña en 1942. Dos años más tarde coincidió con Manolo Caracol en Sevilla y el cantaor le propuso formar pareja. Primero profesional y luego personal. Juntos debutaron en Valencia con Zambra, un espectáculo escrito por Quintero, León y Quiroga que les regaló un éxito arrollador.

El público se apasionaba con el baile de Lola Flores y el cante de Manolo Caracol. Ambos representaban en las tablas el embrujo prohibido que vivían en su vida privada. Ella improvisaba movimientos. Braceaba girando a su alrededor, revoloteaba la bata de cola como nadie y se movía al son del cante de Caracol. Él la agarraba de los pelos, ella arremetía con su baile agachao.

Caracol, amor de niña

Cortejada por el cantaor, Lola Flores se dejaba llevar como un toro templado por la muleta. "Diecisiete años tiene mi criatura y yo no me extraño de tanta locura", le cantaba Caracol. "Le tenía un amor de niña", declaró en una ocasión la Faraona.

Juntos grabaron La zarzamora y rodaron dos de sus grandes éxitos: Embrujo y La niña de la venta. Aquella historia de amor tóxica duró ocho años, los que Lola necesitó para darse cuenta de que no tenía futuro. Lola decidió cruzar el charco para hacer las Américas. Para ello firmó el contrato más elevado de su época (6 millones de pesetas de las de los años 50), con el que se comprometía a grabar películas, canciones y protagonizar las giras que le organizaran. Y sin rechistar.

Su peculiar arte cautivó al mundo. De esta época se supone que es el célebre titular del New York Times: "No canta ni baila, pero no se la pierdan", cuya veracidad nunca ha sido probada.

Lola era la sal de todas las fiestas. Todo el mundo la buscaba, todos querían salir con ella. Mujer divertida, vital, moderna y, para la época, libertina, su lista de amoríos era eterna. Entre los confesados, Rafael Romero Marchent, los futbolistas Biosca, Gerardo Coque y Manuel Pazos; los toreros Rafael Gómez Gallito y Manolo González. Ninguno la llevó al altar. El afortunado fue Antonio González El pescaílla, "su gitano", al que conoció en su etapa con Manolo Caracol.

Lola Flores y 'El Pescaílla'.

Lola Flores y 'El Pescaílla'.

Boda de madrugada

Se casaron a escondidas en El Escorial la madrugada de un 27 de octubre de 1957. El pescaílla era padre de una niña y había formado una pareja que, aunque no fuera legal, para la comunidad gitana era una relación sagrada. En su boda, Lola Flores lució un traje de encaje gris perla confeccionado por Asunción Bastida. "Cuando me casé con Antonio, cogí el cielo con las manos. Era un artista muy bueno, guapísimo, pero no tenía más que la guitarra y me casé con él. Fui muy feliz y estaré con él hasta que me muera", declaró en sus memorias.

Así fue. El matrimonio duró hasta los últimos días de la Faraona. Tuvieron tres hijos, Lolita, Antonio y Rosario. Su estirpe forma parte de uno de los clanes de artistas más importante de la historia de España.

Contra el viento de la época, la pareja decidió que dada su popularidad sería ella la que trabajara y él se encargaría de la intendencia. "Quien llevaba los pantalones era mi padre, aunque a lo callado", ha confesado Lolita en más de una ocasión. Infidelidades aparte, formaron la pareja perfecta. Antonio compuso mucho de los éxitos a La Faraona.

Las décadas de los 50 y los 60 fueron años de jolgorio y algarabía. La casa de la calle María de Molina de Madrid guardaba entre sus paredes los mayores secretos y albergaba las fiestas más divertidas de la época. Por allí pasó lo más granado, lo más canalla y los grandes crápulas. Durante su estancia en Madrid, Ava Gadner fue una de las fijas con sus famosos copazos de coñac y anís. Algo de todo esto apuntó Paco León en su serie Arde Madrid. "Se quedó corto, muy corto”, bien claro lo dijo Lolita en el estreno de Días de tele. Aquellas fiestas fueron la espita de la olla express por la que brotaba el arte y la libertad en una época de represión y censura.

Icono pop de peineta y bata de cola, fue una apasionada de los lunares, el brilli brilli, el animal print y las joyas desmesuradas, como la que perdió en una de sus actuaciones en el Florida Park. "Perdón, se me ha caído un pendiente enorme por ahí. No se puede perder. Bueno ustedes me lo vais a devolver, que trabajito me costó". Al final el zarcillo apaeció.

Enfermedad y problemas con Hacienda

En 1972 le diagnosticaron un cáncer de mama, pero se negó a operarse. Lola continuó trabajando. Le habían hablado de Houston, donde los estudios oncológicos estaban muy avanzados. También se negó. No soportaba verse calva ante el espejo. Al final tuvo que someterse a duras sesiones de quimioterapia, perdió algo de pelo, algo que no le impidió seguir actuando. Cuando le medicaron con cortisona y se vio con el rostro deformado le faltó el ánimo para salir de casa. Se refugió en el bingo.

La enfermedad y sus problemas con Hacienda fueron sus peores espinas. "Me sentaron en el banquillo como si fuera una asesina. A punto estuve de tomarme un tubo de pastillas, pero no podía abandonar a mis hijos". El 24 de marzo de 1987 Hacienda la acusó de no haber hecho la Declaración de la Renta entre los años 1982 y 1985. El fiscal solicitó prisión, una multa de 96 millones de pesetas y una indemnización de 52 millones de pesetas. No fue a la cárcel, pero tuvo que pagar 28 millones.

Ava Gardner, sentada, durante la fiesta por el bautizo del hijo de Lola Flores.

Ava Gardner, sentada, durante la fiesta por el bautizo del hijo de Lola Flores.

De aquella época es la petición que bien podría ser la madre del crowdfunding del siglo XXI: "Si una peseta diera cada español, pero no a mí, a donde tienen que darla, quizá saldría de la deuda. Y después yo me iría al estadio con todos los que han dado esa peseta, o esas 100 pesetas, para tomarme una copa con ellos".

"No me duele que se haya quitado el sostén, sino que se haya quitado el Lazo de Dama de Isabel la Católica", escribió Paco Umbral tras ver a Lola Flores desnuda en la portada de Interviú de septiembre de 1983. Para salir del hoyo, la cantante fue portada del semanario. Ella defendió como una leona que todo había sido fruto de un robado en su casa de Marbella. Lo mantuvo hasta sus últimas consecuencias, pero el óxido del tiempo desveló que aquel fue uno de los negocios más bien llevados de la artista por el que cobró 10 millones de pesetas de la época. Por lo menos eso fue lo que confesó en su libro Lola Flores: el volcán y la brisa. De aquel número se vendieron más de un millón ejemplares.

En los primeros años de la década de los 90, además de las galas, Lola Flores se coló en los hogares españoles a través de la televisión. Presentó y protagonizó programas como El tablao de LolaSabor a Lolas (junto a Lolita) y El coraje de vivir, por el que cobró cuarenta millones de pesetas.

"Yo me voy a curar porque a mis hijos les hago falta", decía una Lola Flores muy debilitada. Mujer de bandera hasta el final, su última actuación fue en las Fallas de Valencia, en 1995.

La Faraona falleció dos meses después a los 72 años. Aunque ella quería que su capilla ardiente se instalara en el Teatro Calderón, donde triunfó con La Zarzamora, las autoridades o quien quiera que fuera, decidieron que el mundo se despediría de ella en el Centro Cultural de la Villa, en la Plaza de Colón de Madrid.

Su adiós fue multitudinario, un espectáculo. "Quiero que pasen delante de mí todos los mariquitas y la gente que me quiere mucho", decía Lola Flores cuando hablaba de su muerte. Aquel 16 de mayo de 1995, el día que falleció María Dolores Flores Ruiz, nació la leyenda de La Niña de Fuego, Lola de España, La Faraona. Llámenla como quieran.

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